El cultivo de nuestros talentos

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“El curso que sigue la historia de los seres vivos en general y de los seres humanos en particular, surge momento a momento por los deseos, gustos y preferencias, esto es, por las emociones”. 

 

Esta ley sistémica propuesta por Ximena Dávila y Humberto Maturana nos invita a darnos cuenta de que las personas siempre hacemos lo que queremos hacer, seamos o no conscientes de ello. Si somos conscientes de nuestros gustos, deseos y preferencias nos podremos dar cuenta de que hemos sido nosotros quienes hemos escogido momento a momento el curso que ha seguido nuestro devenir de aprendizajes y que se manifiesta en los talentos que hemos cultivado, desarrollado y expresado en distintos actos creativos de nuestro vivir cotidiano. 

Por otro lado, si hemos vivido un vivir fundamentalmente inconsciente, guiados por un piloto automático que orienta nuestro quehacer, no tendremos la oportunidad de darnos cuenta del devenir del cultivo de nuestros talentos. Éstos serán dados como todo el suceder de nuestro vivir cuando ocurre en automático, es decir, aprendido principalmente de manera inconsciente. El cultivo de nuestros propios talentos es en última instancia una responsabilidad individual. Podemos contar con entornos que estimulen el desarrollo de nuestros talentos, sin embargo la fuente de motivación es siempre intrínseca a cada individuo. Está en el saber mirarnos y reconocer en nosotros mismos aquello que nos estimula, que nos inspira, que nos desafía a querer incorporar nuevos aprendizajes a nuestro vivir y convivir. 

El cultivo de nuestros talentos viene de un ejercicio continuo de práctica y exposición a circunstancias en que nuestro talento pueda ir desarrollándose. Si el talento a cultivar es escalar en roca, tendremos que continuamente salir a la montaña y escalar rocas. Si el talento a cultivar está en el diseño de presentaciones, tendremos que continuamente estar en el ejercicio de diseñar presentaciones. Los talentos no aparecen por generación espontánea, sino que se van desarrollando desde una práctica consistente y disciplinada. La consistencia y compromiso se nos aparece como catalizadores en nuestra propia transformación individual y lo central para que esto ocurra es que nos haga sentido

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